1432
Oleo sobre
lienzo
Retratados:
Giovanni Arnolfini y Jeanne de Cenami
Los
protagonistas en este cuadro son un hombre y una mujer en matrimonio. Están
dentro de un cuarto, donde detrás de la mujer se ve un lecho y detrás del
hombre se ve la ventana que deja entrar la luz del exterior. Otros elementos
que se ven en el cuadro son un perrito, unas zapatillas por el suelo, frutas,
lámpara araña, un espejo redondo y la estatuilla de una santa.
prácticamente,
esta obra es simétrica, dado que los dos personajes están en posición vertical,
cubriendo casi todo el largor del cuadro y están en los dos extremos. Las
líneas inclinadas del suelo así como la ventana sugieren profundidad. La luz
que sale de la ventana resalta al hombre, que está con ropajes oscuros en
comparación con la mujer, que lleva ropas de colores verdes y azules fuertes.
También existe otra línea vertical, que separa la obra por la mitad. Esa línea
invisible está compuesta por el perrito, que está en la base inferior en el
medio de la pareja y de pie, las manos de la pareja, el espejo redondo y la
lámpara araña, que se encuentra arriba del cuadro. El reflejo del espejo le da
mayor profundidad al cuarto, en donde se refleja a la pareja y a alguien más. Finalmente,
las zapatillas que están en la esquina inferior derecha del cuadro equilibran
la escena, seguido de las frutas de colores rojos y naranjas. De esta manera,
el peso visual no cae sobre la mujer y la cama de color rojo, que son los
colores más llamativos del cuadro.
Este
cuadro contiene muchos simbolismos y significados, por lo cual llama más la
atención los objetos que la pareja misma. En primer lugar, el perrito que se encuentra
en la obra es símbolo de la fidelidad. El perrito está despierto, por lo que la
pareja se mantiene fiel a estar unidas en el santo matrimonio tal como dicta
las costumbres cristianas. También, por mucho tiempo, se ha creído que la mujer
estaba embarazada, dado que pareciera tener el vientre abultado. Otros
sostienen que, más bien, la mujer espera cumplir su rol de madre y esposa, por
lo que el vientre abultado sería la espera de la maternidad que se daría luego
de consumar el matrimonio. La mujer deja que el marido le sostenga la mano,
mientras el hombre le da la bendición con una actitud de autoritarismo y
seriedad. Las zapatillas que se encuentran en el suelo sugieren que ambos están
en terreno sagrado, dado que en “Tierra Santa hay que andar descalzo”. El
cuarto de los esposos, cuando se unen en matrimonio, se convierte en un lugar
sagrado para formar una familia. La cama, de color rojo, sugiere que está lista
para la consumición del matrimonio, en donde está la imagen de una santa que
los vigilará y velará por ellos. Las frutas serían la mención a la abundancia y
la riqueza, así como también la ventana sugiere la salida al exterior luego de
finalizar el acto del matrimonio. El espejo, extrañamente, sugiere que en ese
cuarto existe otra persona más. Muchos atribuyen que esa persona es el mismo
artista, que participó de testigo para la legalización de la unión de esta
pareja. Eso también se da porque, encima del espejo, se encuentra la firma del
artista junto con esta frase: “Jan Van Eyck estuvo aquí”. En resumen, es una
pareja de recién casados, con las típicas características de aquella época: el
hombre, seguro de sí mismo imponiendo autoridad a la mujer, que está levemente
inclinada, en posición sumisa y esperando a que el marido le de la bendición.
Esta obra refleja, de alguna manera, el ideal del matrimonio cristiano
de la época. No solo se unen en presencia de Dios, sino también en presencia de
un testigo terrenal y dan a entender que, a partir de la fecha, son marido y
mujer. Cada elemento que se encuentra en la obra fue objeto de suposiciones,
dado que contenían significados referentes al matrimonio, como es la fidelidad,
la abundancia, la consumición del matrimonio y la presencia de lo divino para
que velara por su alma. Esta obra es flamenca, por lo tanto los retratados son
más rígidos y conservadores que los renacentistas italianos, cuyos retratados
demuestran más emoción, un poco de picardía y hasta una afición por el
paganismo. También es realista, porque no hay ningún detalle que se le escapa
al artista. Hasta el espejo fue trabajado con cuidado, de manera a que se viera
todo lo que reflejara: la espalda de la pareja y al testigo de su unión
matrimonial. Por lo tanto, este cuadro sería un documento importante sobre las
costumbres y creencias de aquella época, tal como una fotografía actual
documenta los acontecimientos importantes que marcan la historia de una persona
o una comunidad. Un documento gráfico y valioso, digno de la pintura flamenca y
también digna de ser admirada por todos.