1500
Oleo
Autorretrato
de Durero a los 28 años,
representándose a sí mismo como Cristo
Es el retrato del pintor. El mismo está de perfil, con la mirada fija
hacia el espectador. Su mirada es calmada y concentrada en un solo objetivo.
Debajo se encuentra una mano levantada, tal vez a punto de dar la señal de la
cruz o más bien tocándose el abrigo de piel que lleva puesto. A la derecha está
la firma característica del artista y a la derecha está un escrito.
Normalmente los retratos renacentistas eran realizados de perfil o
semiperfil. Pero en este retrato, el protagonista está de frente, mirando
fijamente al espectador y sin intención de apartar la mirada. El fondo negro
hace resaltar al personaje, que tiene los cabellos rubios y enrulados, pero
bien prolijos, como si se pusiera algún gel especial para mantener los bucles. También
destaca su abrigo de piel, que cubre una ropa blanca del cual solo se ve una
parte por debajo del cuello. Los dos escritos que se encuentran en los dos
costados del personaje equilibran la imagen, de manera a que el peso no caiga
hacia abajo y todos se concentren en los ojos del protagonista. La figura está
en una posición vertical, formando una cruz que separa a la obra en cuatro
partes iguales.
Sin duda, el artista estaba muy orgulloso de su talento y, por lo tanto,
se comparó a sí mismo con Cristo. Esto se refleja claramente en esta obra,
donde no existe ninguna imperfección y todo está prolijo. Era hermoso y, aunque
estaba cerca de los 30, todavía mantenía los rasgos de su juventud. Tal vez el
artista quiso representar a un Cristo que estaba a punto de salir al público,
confiado y preparado para revelar la verdad al mundo y el amor de Dios hacia
sus hijos. No era la primera vez que Durero hacía un autorretrato, y tampoco no
era la primera vez que se reflejaba a sí mismo como un hombre atractivo y lleno
de virtudes. Por lo tanto, no se puede descartar que el mismo era egocéntrico y
narcisista, pero con varios motivos para serlo.
Un hombre con talento artístico y con un rostro atractivo siente
necesidad de mostrar su orgullo al mundo de mil maneras. Durero lo hizo con
este autorretrato, reflejando a un Cristo joven y seguro de sí mismo. Por lo
tanto, también lo realizó de frente, porque un artista debe mostrar todo lo que
sabe hacer y ser admirado por el resto. Esto lo convierte en una obra más
contundente e impresionante. Si lo hubiese realizado de semiperfil, tal vez no
causaría tal impresión. Durero no teme mostrar al mundo lo que es, por lo que
realizó el autorretrato y lo expuso al mundo, sin importarle las críticas y las
provocaciones que generarían en los demás al compararse a sí mismo como el hijo de Dios.