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domingo, 14 de octubre de 2012

El entierro del conde de Orgaz


1586 - 1588
Pintura al oleo
4,80 x 3,60 m


Es un cuadro al estilo manierista, donde existen un sinnúmero de personajes que asisten al entierro del conde. El mismo se encuentra en el centro, con dos personajes vestidos de dorado. Por debajo se encuentran sacerdotes, el papa y otros caballeros velando por el muerto. Arriba, desde la mitad hacia arriba, se encuentra el mundo celestial: los ángeles, Cristo,la Virgen y los santos. Es un cuadro en donde muestra el mundo terrenal y el mundo celestial, a la espera del alma que acaba de pasar a mejor vida. 
Como todo cuadro manierista, los personajes tienen extremidades alargadas, con posiciones complicadas y, prácticamente, no hay paisajes. No se puede determinar en dónde se encuentran los personajes, dado que los mismos ocupan la totalidad del cuadro.
Existe una línea horizontal, que separa al cuadro por la mitad y hace notoria la diferencia entre el mundo terrenal y el mundo celestial. En el mundo terrenal, se encuentra el muerto siendo levantado por dos personajes con ropajes dorados. Junto a ellos hay un niño, que posiblemente sería el hijo del Conde. Los personajes que los rodean son sacerdotes y caballeros, todos con expresiones serias tal como se están en los velatorios. El personaje que da la espalda, que es un sacerdote, pareciera estar vislumbrando el mundo celestial mientras bendice el alma del muerto. el mundo terrenal contiene colores oscuros, prácticamente negros. Solo los ropajes de los que levantan el muerto, más unas sabanas blancas que están debajo de él y la túnica blanca del sacerdote que da la espalda podrían dar el equilibrio junto con la luminosidad que se encuentra en el mundo celestial. En el mundo celestial se encuentran otros personajes, a la espera del alma del conde. Jesús, que es la figura principal en ese mundo, está en el centro del cuadro, bien arriba, a la espera de juzgar a otra alma. La Virgen María está a un costado, vestida de rojo y celeste tal como se la acostumbraba a pintar. Recibe al conde con un gesto maternal. El conde está al otro costado, siendo recibido por la Virgen y siendo ayudado por los ángeles que lo llevan hacia arriba. Tanto los ángeles como los santos que los rodean están vestidos de dorado y blanco, de manera a que el mundo celestial contiene mucha luz en comparación con el mundo terrenal. Gracias a eso, la luz del mundo celestial logra iluminar el mundo terrenal, aunque la luz no es tan potente sino más bien suave y neutra.
Este cuadro muestra dos historias. Una, en donde despiden al muerto y, otra, donde reciben el alma del muerto para su juzgamiento. Aunque muestra un hecho concreto en un determinado tiempo, muchos de los personajes que se encuentran en el cuadro pertenecen a otras épocas, lo cual da a entender que, para el alma, no existe el tiempo y la vida es eterna. La razón de la oscuridad del mundo terrenal sería porque, en los velatorios, el color negro es símbolo de luto. Por lo tanto, todos los personajes están vestidos de negro, a excepción de los que pertenecen al Orden Eclesiástico, que están vestidos de dorado y blanco. El dorado era símbolo de la riqueza y la divinidad y, anteriormente, cuando se pintaban a los santos, a Jesús y la Virgen, se usaba mucho el dorado. Esto está más que claro al vislumbrar el mundo celestial, donde abundan el blanco y el dorado para reflejar la luz hacia el mundo terrenal. En el mundo celestial, tal como dicta la cristiandad, se encuentra Jesucristo como Juez para determinar si el alma irá al cielo o al infierno. Los ángeles son los que guían al alma y también es ayudado por la Virgen María que, como toda madre, vela por todos sus hijos aunque éstos hayan salido mal. En resumen, en este cuadro, se encuentra la creencia cristiana de lo que le pasa a uno después de su muerte.
Esta obra es oscura, aunque contiene una luz de esperanza para el alma que acaba de dejar el mundo. Aunque existen muchos personajes, el principal sería el muerto y todos están a su alrededor. Incluso en el mundo celestial están pendientes de su alma. Todos están ante la intriga que causa la muerte de alguien, porque es la única incógnita que solo se resuelve si uno mismo muere. El alma del conde está a punto de averiguarlo, cuando de a poco alcanza el mundo celestial para enfrentarse a su juicio. Está más que claro cuál es el mundo terrenal y cuál el mundo celestial, por lo cual existen dos registros que realizó el pintor en esta obra. Pero aunque sean dos registros, están unidos por una misma historia. Y tanto esa oscuridad como el movimiento del mundo celestial ha impactado a muchos, que se preguntan una y otra vez qué será de sus almas luego de dejar este mundo. Por suerte, esta obra no sufrió graves deterioros y ha podido conservarse con pocas restauraciones hasta el día de hoy.


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