1586 -
1588
Pintura al
oleo
4,80 x
3,60 m
Es un
cuadro al estilo manierista, donde existen un sinnúmero de personajes que
asisten al entierro del conde. El mismo se encuentra en el centro, con dos
personajes vestidos de dorado. Por debajo se encuentran sacerdotes, el papa y
otros caballeros velando por el muerto. Arriba, desde la mitad hacia arriba, se
encuentra el mundo celestial: los ángeles, Cristo,la Virgen y los santos. Es un
cuadro en donde muestra el mundo terrenal y el mundo celestial, a la espera del
alma que acaba de pasar a mejor vida.
Como todo
cuadro manierista, los personajes tienen extremidades alargadas, con posiciones
complicadas y, prácticamente, no hay paisajes. No se puede determinar en dónde
se encuentran los personajes, dado que los mismos ocupan la totalidad del
cuadro.
Existe una
línea horizontal, que separa al cuadro por la mitad y hace notoria la
diferencia entre el mundo terrenal y el mundo celestial. En el mundo terrenal,
se encuentra el muerto siendo levantado por dos personajes con ropajes dorados.
Junto a ellos hay un niño, que posiblemente sería el hijo del Conde. Los
personajes que los rodean son sacerdotes y caballeros, todos con expresiones
serias tal como se están en los velatorios. El personaje que da la espalda, que
es un sacerdote, pareciera estar vislumbrando el mundo celestial mientras
bendice el alma del muerto. el mundo terrenal contiene colores oscuros,
prácticamente negros. Solo los ropajes de los que levantan el muerto, más unas
sabanas blancas que están debajo de él y la túnica blanca del sacerdote que da
la espalda podrían dar el equilibrio junto con la luminosidad que se encuentra
en el mundo celestial. En el mundo celestial se encuentran otros personajes, a
la espera del alma del conde. Jesús, que es la figura principal en ese mundo,
está en el centro del cuadro, bien arriba, a la espera de juzgar a otra alma. La
Virgen María está a un costado, vestida de rojo y celeste tal como se la
acostumbraba a pintar. Recibe al conde con un gesto maternal. El conde está al
otro costado, siendo recibido por la Virgen y siendo ayudado por los ángeles
que lo llevan hacia arriba. Tanto los ángeles como los santos que los rodean
están vestidos de dorado y blanco, de manera a que el mundo celestial contiene
mucha luz en comparación con el mundo terrenal. Gracias a eso, la luz del mundo
celestial logra iluminar el mundo terrenal, aunque la luz no es tan potente
sino más bien suave y neutra.
Este
cuadro muestra dos historias. Una, en donde despiden al muerto y, otra, donde
reciben el alma del muerto para su juzgamiento. Aunque muestra un hecho
concreto en un determinado tiempo, muchos de los personajes que se encuentran
en el cuadro pertenecen a otras épocas, lo cual da a entender que, para el
alma, no existe el tiempo y la vida es eterna. La razón de la oscuridad del
mundo terrenal sería porque, en los velatorios, el color negro es símbolo de
luto. Por lo tanto, todos los personajes están vestidos de negro, a excepción
de los que pertenecen al Orden Eclesiástico, que están vestidos de dorado y
blanco. El dorado era símbolo de la riqueza y la divinidad y, anteriormente,
cuando se pintaban a los santos, a Jesús y la Virgen, se usaba mucho el dorado.
Esto está más que claro al vislumbrar el mundo celestial, donde abundan el
blanco y el dorado para reflejar la luz hacia el mundo terrenal. En el mundo
celestial, tal como dicta la cristiandad, se encuentra Jesucristo como Juez
para determinar si el alma irá al cielo o al infierno. Los ángeles son los que
guían al alma y también es ayudado por la Virgen María que, como toda madre,
vela por todos sus hijos aunque éstos hayan salido mal. En resumen, en este
cuadro, se encuentra la creencia cristiana de lo que le pasa a uno después de
su muerte.
Esta obra
es oscura, aunque contiene una luz de esperanza para el alma que acaba de dejar
el mundo. Aunque existen muchos personajes, el principal sería el muerto y
todos están a su alrededor. Incluso en el mundo celestial están pendientes de
su alma. Todos están ante la intriga que causa la muerte de alguien, porque es
la única incógnita que solo se resuelve si uno mismo muere. El alma del conde
está a punto de averiguarlo, cuando de a poco alcanza el mundo celestial para
enfrentarse a su juicio. Está más que claro cuál es el mundo terrenal y cuál el
mundo celestial, por lo cual existen dos registros que realizó el pintor en
esta obra. Pero aunque sean dos registros, están unidos por una misma historia.
Y tanto esa oscuridad como el movimiento del mundo celestial ha impactado a
muchos, que se preguntan una y otra vez qué será de sus almas luego de dejar
este mundo. Por suerte, esta obra no sufrió graves deterioros y ha podido
conservarse con pocas restauraciones hasta el día de hoy.
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